OH SEÑOR,
Me aferró a ti; veo, creo y vivo,
cuando se hace tu voluntad, y no la mía.
Nada puedo rogar para mí
en cuanto a méritos y gracia,
en cuanto a tus providencias y tus promesas,
tan solo tu buena voluntad.
¡Bendito seas, si tu voluntad me hace pobre y vil!
Las oraciones que nacen de mis necesidades
son un preparativo para tus misericordias futuras.
Ayúdame a honrarte creyendo antes de sentir,
pues será gran pecado convertir mis sentimientos en causa de fe.
Muéstrame los pecados que te ocultan de mí
y eclipsan tu amor;
Ayúdame a humillarme por los males pasados,
a tomar la determinación de caminar con más cuidado,
pues si no camino con santidad ante ti,
¿cómo podré estar seguro de mi salvación?
Es a los mansos y los humildes a quienes se muestra tu Alianza,
quienes conocen tu voluntad y reciben perdón y curación,
quienes dependen de tu gracia y confían en ella por medio de la fe,
quienes son santificados y resucitados,
quienes son testimonio de tu amor.
Ayúdame a orar con fe y descubrir así tu voluntad,
apoyándome en tu abundante y libre misericordia,
creyendo que darás lo que has prometido.
Fortaléceme para orar con la convicción
de que todo lo que reciba es don tuyo,
para que ore hasta que mi oración sea respondida.
Enséñame a creer que cada grado de misericordia
procede del respectivo grado de oración,
que la fe al nacer es imperfecta y debe crecer,
tal como la tierra resquebrajada se va abriendo más y más hasta
que recibe la lluvia.
Así aguardaré tu voluntad, oraré por su cumplimiento,
y, por medio de tu gracia, te ofreceré una obediencia plena.
IMAGEN: Jeremy Bishop en Unsplash