OH FUENTE DE TODO BIEN,
Destruye todo pensamiento altivo en mí.
Haz añicos mi orgullo y dispérsalo al viento.
Aniquila hasta el último ápice de farisaísmo.
Implanta en mí la verdadera humildad de espíritu.
Rebájame hasta el aborrecimiento propio.
Abre en mí una fuente de lágrimas penitenciales.
Quebrántame y luego recomponme.
Mi corazón se convertirá así en una morada propicia para mi Dios.
Solo entonces podrá el Padre habitar en mí;
Solo entonces podrá el bendito Jesús acudir con su mano sanadora;
Solo entonces podrá el Espíritu Santo descender con su gracia santificadora.
Oh Santísima Trinidad, tres personas y un solo Dios, habita en mí,
un templo consagrado a tu gloria.
El mal no puede morar allá donde estés presente.
En tu comunión el gozo es pleno.
Bajo tu sonrisa la conciencia está tranquila.
A tu lado, los temores no angustian,
no hay miedo que inquiete al espíritu.
Contigo mi corazón florece fragante.
Prepárame, por medio del arrepentimiento, para ser tu morada.
Nada hay que sobrepase tu poder,
Nada hay demasiado grande para que puedas hacerlo,
Nada hay demasiado bueno para que puedas darlo.
Infinito es tu poder, ilimitado es tu amor, inabarcable tu gracia, glorioso tu nombre salvador.
Canten los ángeles por los pecadores arrepentidos, los pródigos rehabilitados,
los relapsos recuperados, los cautivos de Satanás liberados,
los ojos ciegos abiertos, los corazones quebrantados vendados,
los desesperados alegrados, los farisaicos desnudados,
el formalista desahuciado de su refugio de mentiras,
el ignorante iluminado,
y los santos edificados en su santa fe.
Pido grandes cosas a un Dios grande.
IMAGEN: Guillermo Álvarez en Unsplash